Pedro Urvi

Orígenes helados

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  • Aelina compartió una citael año pasado
    —¿Cuántas veces te has ahogado?

    —¡Cuatro! —clamó Viggo—. ¡Es una experiencia horrible!

    —Pero sigues vivo y entrenando. Eso lo encuentro magistral —dijo Engla con una sonrisa de satisfacción.

    —Maestra, que no me ahogue de verdad sino en mi mente, ¡no significa que no sufra cuando me muero!

    —Pues entonces haz un esfuerzo por no morir tanto —replicó Engla.
  • Aelina compartió una citael año pasado
    —Atar a bobalicones inconscientes es aburrido.

    —Nosotros ya hemos cumplido nuestra parte de la misión.

    —Ya, pero yo prefiero un poco más de acción.

    —Como no hagas lo que te digo, te voy a atar y amordazar yo a ti.

    Viggo sonrió.

    —Sí, mi preciosa —dijo y le sonrió amoroso.

    Ingrid resopló, sacudió la cabeza y se puso al trabajo.
  • Aelina compartió una citael año pasado
    —Uy… no deberías haberla llamado rubita… —dijo Viggo negando con la cabeza—. Se va a enfadar…

    —Rubita y guapita —dijo él con voz sórdida.

    Ingrid dio un paso adelante y le soltó un derechazo directo a la nariz. Se escuchó un crac y el matón dio un paso atrás.

    —¡Mi nariz! ¡Me ha roto la nariz! —exclamó palpándosela—. ¡Te voy a matar!

    —Bueno, tampoco hay que exagerar, que no se ha perdido tanto… guapo precisamente no es que fueras… —dijo Viggo tan tranquilo.
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