oponentes políticos elaboraron su identidad en diálogo con la ideología oficial, apelando a los estereotipos de clase, género y raza, que si bien no eran nuevos en la historia argentina adquirieron un componente más desembozadamente femenino y poco viril y mostraron cómo mediante las emociones que usaban para describir y valorar a los peronistas se diferenciaban de ellos, construían poder político, y sumaban argumentos que legitimarán su acción golpista y finalmente exitosa. El Libro negro de la segunda tiranía, publicado en 1958, que contenía el listado de adjetivos denigratorios hacia el peronismo, condensa lo que ya venían escribiendo los opositores, como pusimos en valor en el último capítulo de este libro, pero en el nuevo contexto político en que es publicado contribuyó a legitimar la prohibición y la imposición del silencio del peronismo proscripto.16