Ni nos aferramos a la sensación placentera ni tratamos de erradicarla, sino que simplemente cobramos consciencia de su existencia. Lo mismo hacemos cuando aflora una sensación dolorosa. No debemos aferrarnos a la sensación dolorosa, luchar contra ella ni reprimirla, sino simplemente reconocer su presencia. Poco importa, en tal caso, que estemos experimentando una sensación dolorosa, porque esta no nos esclaviza. Una sensación solo es una sensación, y tú eres mucho más que tus sensaciones. No te dejes arrastrar, pues, por ninguna sensación, por más placentera o dolorosa que sea y aprende sencillamente a reconocerla.