«Gente que baila es un libro único en el sentido más preciso de la palabra: no se parece a nada (aunque fue hecho con todas las lecturas); está a la altura de las altísimas exigencias que Soares solía imponer a los demás cuando leía sus libros (o imaginaba los propios) y tiene una cualidad epifánica que se percibe al leer cualquiera de sus páginas. A diferencia de las rígidas reglas del género, en estos cuentos lo central son los personajes y no las situaciones; son relatos de pocas páginas pero tienden a expandirse y han sido escritos como si fueran novelas. Los protagonistas se multiplican y se entreveran, sus biografías están narradas con gracia y fuerte densidad histórica; sin embargo, la situación narrativa básica es siempre la misma: un narrador, enconado y romántico, recuerda a la mujer que ha amado y que ha perdido» (Del prólogo de Ricardo Piglia).