Rusia, 1879. Un atentado contra la vida del zar Alejandro II lo deja ileso pero revela una conspiración muy profunda. El presunto asesino es apresado y poco después colgado. Entre sus posesiones se encuentra una lista de nombres que dará pistas a la policía para descubrir a los demás conspiradores. Porque Rusia está llena de conspiradores: movimientos revolucionarios organizados han comprendido que, para lograr un cambio, es necesario tomar acciones dramáticas; ya no valen medias tintas ni posiciones seudoconciliadoras como la del doctor Frederick Hadfield, un inglés que vive en San Petersburgo y que se verá más involucrado de lo que quisiera con el grupo de conspiradores…