No contemples la estrella, amor querido, o hazlo, sí, y deja que esa chispa eterna te suplique en mi nombre. Que ella sea mi testigo y mi defensa, en el silencio de su brillo; el amor es para mí como la luz de esa estrella: pues mientras siga brillando, no eclipsada por la aniquilación, yo seguiré amándote.