La España en la que nunca pasa nada

Sin embargo, la despoblación del interior peninsular no dejaba de ser un indicador de un contexto que se ampliaba a la provincia o la región, muchas de ellas en retroceso y no por casualidad

Estado de las autonomías desarrolló un modelo que retrasó el proceso. Luego llegó el optimismo de los noventa, el crecimiento económico y los primeros años de un siglo xxi que nos llevaba a los territorios a la clase media deseada, o eso creíamos. Poco después de la irrupción de la crisis de 2008, se puso de manifiesto la despoblación del medio rural, que ocupó la mayor parte de la agenda en lo que se refiere a la cuestión de las desigualdades territoriales, dejando de lado todo el tema de las identidades colectivas.

La crisis de la covid-19 puede agudizar estas tendencias que ya estaban presentes, pues no parece que se vayan a corregir

La brecha territorial en España se está manifestando de diversas formas, y todo parece indicar que es el comienzo

Su presente y su futuro no deben ser el de un vaciamiento funcional y el de la puesta en valor simbólica sin contenido

Un escenario que se mueve a una gran velocidad y con decisiones por tomar que no dependen únicamente ni del medio rural ni de las ciudades medias o grandes, sino de todos ellos conjuntamente

En definitiva, los territorios están sujetos a dilemas que afectan a su equilibrio y a la cohesión social.

O puede optarse por el camino complejo y difícil, por tomar decisiones que son estructurales y generales, por apostar por un equilibrio más real

Regresando a la situación del medio rural, la decisión es la misma. Puede elegirse la vía simbólica, cortoplacista, bienintencionada y autocomplaciente, con una foto que transmite una imagen positiva pero vacía

No se trata de volver a un pasado idealizado, como en el caso del medio rural, sino de encontrar nuevas funcionalidades para estos territorios y sus localidades