hombre se acercó a una rata concentrada en comerse a una amiga y le plantó la pistola contra la cabeza. La rata no se movió y siguió comiendo. Cuando amartilló el percutor, la rata dejó de masticar y miró por el rabillo del ojo, primero la pistola y luego a él. Fue una mirada amistosa, como si hubiera querido decir: "cuando mi madre era joven cantaba como Deanna Durbin".