Libros
Cueto Alonso

La hora azul

  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    Había tenido que correr antes de que llegara la mañana, antes de que llegara la claridad donde estaba en peligro, la hora azul de la primera madrugada.
  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    –La danza es una distracción de la muerte. Aquí han conocido la muerte siempre. Si no han podido rebelarse contra ella en la realidad, se han rebelado en la música, en los retablos, en la danza. Por eso es que aquí siempre ha habido grandes artistas.
  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    Pero ya uno se acostumbra al miedo, dice Guayo, el miedo es una cosa negra y dura, ya casi tiene forma. Como el estómago, como el corazón, el miedo es un objeto, es una cosa con pelos que está en el centro del cuerpo y que desde allí se esparce, algo firme y largo y ancho, el miedo que te hace ser así, hay que matarlos nomás para que se espante un rato el miedo, para que se vaya.
  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    El color que toman los ojos de una persona que está agonizando es el único que no tiene nombre
  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    Sabía que estaba escalando aún la pendiente del dolor. Bordear una serie de acantilados, esperar llegar a la cima y sólo entonces iniciar el alivio de la bajada, recuperar la tranquilidad del llano, yo lo veía así
  • Tess Pedrocompartió una citael año pasado
    La sobrina de la señora Vilma Agurto era la misma mujer de la que me había hablado mi hermano Rubén.
  • Roberto González Elizaldecompartió una citahace 3 años
    El cuerpo es cada uno de nosotros. Si los dioses han perdido su cuerpo, entonces hay que darle el nuestro. Los danzantes de tijeras fueron los primeros en rehacer el mundo. Por eso están bailando, por eso siempre ha habido alguno de ellos sosteniendo su vida, la vida de nosotros, en la danza. Cuando el traje se mueve, se mueve el mundo. El danzante es el dios. El baile es el dios. Nosotros somos el dios.
  • Roberto González Elizaldecompartió una citahace 3 años
    El danzante tenía un sombrero, un traje de flecos blancos, pequeños espejos, zapatillas. Bailaba con un par de hojas metálicas a su lado, el violinista cruzaba el arco con golpes rápidos. Las maniobras de las manos y los pies, todo eso que había visto con frecuencia a la distancia se me aparecía y revelaba como por primera vez. La violencia del baile hacía retroceder el aire, era como un sonido anterior a las acumulaciones del silencio. El danzante parecía no tocar nunca el piso. Abrazado a la nada, las piernas horadando el suelo, parecía estar convencido de que era un emisario del pasado, el encargado de prolongar un movimiento de siglos que alguien iba a continuar después de él.
  • letrasytintacompartió una citahace 4 años
    . Esto de la soledad es clave en este tema, la jaula dentro de la cual tenemos que caminar como un animal manso y feroz, topándonos siempre con nuestro espejo.»
  • abgarrucompartió una citahace 5 años
    Cómo es, ¿no? Cómo le cambia la cara a la gente, oye. Primero los adoramos, los vemos siempre y de repente pasa algo o no pasa nada, los dejas de ver y no sabes por qué, y después de un tiempo te los encuentras por la calle y los saludas nomás y te sigues de largo. Antes los abrazabas y ahora los saludas al paso. Así es, oye. Un hermano tuyo puede ser un extraño. O un padre.
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