Antes de que se enfríe el café

Fumiko dio mil y una vueltas a estas reglas. Entre las muchas cosas en las que pensó se preguntó una y otra vez si regresar al pasado tenía de verdad algún sentido y si, aunque el presente no fuera a cambiar, era mejor volver y soltarle a Gorō todo lo que le quería decir.

Fumiko no tenía ninguna prisa en contraer matrimonio y la boda de su hermana no le había hecho cambiar de parecer en absoluto, pero desde entonces había empezado a pensar que, siempre que fuera con Gorō, no le importaría casarse.

«El alma lo es todo. Por muy duro que sea el presente y por mucho que este no cambie, si el alma se transforma, todo podrá superarse. Ese es sin duda el verdadero sentido de la silla», pensaba Kazu.

El alma lo es todo. Por muy duro que sea el presente y por mucho que este no cambie, si el alma se transforma, todo podrá superarse

El alma lo es todo. Por muy duro que sea el presente y por mucho que este no cambie, si el alma se transforma, todo podrá superarse. Ese es sin duda el verdadero sentido de la silla»

Las personas no percibimos las cosas que vemos u oímos de modo objetivo, sino que distorsionamos la información que nos llega a la vista o a los oídos en función de nuestras experiencias, pensamientos, circunstancias, delirios, gustos, conocimientos, percepciones y otras sensibilidades varias.

Las personas no percibimos las cosas que vemos u oímos de modo objetivo, sino que distorsionamos la información que nos llega a la vista o a los oídos en función de nuestras experiencias, pensamientos, circunstancias, delirios, gustos, conocimientos, percepciones y otras sensibilidades varias.

«El alma lo es todo. Por muy duro que sea el presente y por mucho que este no cambie, si el alma se transforma, todo podrá superarse.

Lo único que puedo hacer es darte a luz. ¿Me lo perdonarás?

Cuando se acerca el crepúsculo y cae el día, al oír ese cri, cri, cri, a uno le invade la melancolía y quiere regresar a casa rápidamente.