Te diré esto: mi meta es hacer lo que me dé paz y lo que me llene de vida. Nunca dejar de lado lo prioritario: la hora de convivir, la hora del cuento, dedicarle a cada hijo un ratito. Tratarlos como grandes y preguntarles, con la mirada fija y la atención plena: ¿cómo están?, ¿cómo están durmiendo?, ¿con qué sueñan a ojos cerrados y a ojos abiertos?, ¿necesitan algo? Hablo con ellos, les explico el mundo con peras y manzanas si es necesario. Jamás quiero que sientan que hay cosas de las que no hablamos.