–En efecto.
–Eso es ponerme en mi lugar –dijo Holly al tiempo que estrechaba la mano del encargado con tanta calidez que su expresión de desaprobación se transformó casi en una sonrisa.
–Lo siento, pero no le prometo que vaya a ser la esposa ideal para un conde. Como prometida, ya soy muy poco adecuada. Disculpe las molestias. De ahora en adelante, creo que será mejor que deposite toda su confianza en la madre de Angus.