¿Te he dicho ya hoy que odio a mi jefe?
Esté más bueno que el pan o no, el muy pomposo, arrogante y capullo de él me ha pedido que le recogiera la ropa de la tintorería según entraba por la puerta. Luego me ha dicho que tenía que llevarle el Jaguar a un tren de autolavado que está a más de quince kilómetros del centro de Manhattan, pero solo después de esperar una cola interminable para comprarle una edición limitada de un reloj de mierda de cientos de dólares.
Sinceramente, estoy deseando verle la cara dentro de dos meses, cuando le diga que voy a presentar la dimisión en su empresa y que puede besarme el culo. ¡Be-sar-me-el-cu-lo
JAJAJAJJAJAJA NO AMIGAAAAA