¡Cuántas veces, pensó Ana, su abuela no le habría dicho lo mismo, señalándole una noticia mortuoria con el periódico en la mano! Antes que las noticias, Matilde buscaba siempre en los diarios la sección necrológica. Envejecer debe de ser eso, pensó Ana María: ir descubriendo que todos los seres queridos —o simplemente aquellos con los que se ha tenido alguna relación— van desapareciendo; descubrir que los que quedan son seres extraños, sentirse sola en un mundo lleno de nombres desconocidos.