Para animarse a leer a Sor Juana Inés de la Cruz

Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

El cierre sostiene que es preferible la infamia del despreciado, que no afecta, al desprecio del amado, que aniquila al sujeto amante.

sólo al que es elección
se debe agradecimiento.

Y así, Amor, en vano intenta tu esfuerzo loco ofenderme: pues podré decir, al verme expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme
mas no pudiste vencerme.

Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana.

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:

Nunca hallo gusto cumplido,
porque, entre alivio y dolor,
hallo culpa en el amor
y disculpa en el olvido.

No huyo el mal ni busco el bien:
porque, en mi confuso error, ni me asegura el amor
ni me despecha el desdén.