Extender la afirmación del adversario más allá de su límite natural, interpretarla en el sentido más general posible; tomarla en el sentido más vasto posible y exagerarla; y por el contrario, restringir la nuestra al sentido más acotado posible, dentro de los límites más estrechos posibles; puesto que, cuanto más generalizada es una afirmación, más expuesta queda a numerosos ataques. El remedio consiste en precisar claramente el punctus [el punto debatido] o el status controversiae [la manera en la que se presenta la controversia]