La novia de Sandro

Nunca más un amante conversó y rio conmigo mientras teníamos sexo. Y él fue asimilado por la gran absoluta nada que es el mundo de los hombres, que se casan para olvidarse dónde y con quién la vida les ardió un poco.

Era comer nueces confitadas, algo muy dulce y agrio. La carne humana tiene ese sabor.

tenía sus propias empresas pobres. Hacía alfajores de maicena para la hora del té. Me llevaba en bicicleta, sentada

Nos desencontramos y desmembramos la red que nos mantenía unidos. Me dijeron adiós desde la puerta de casa y me fui a seguir la vida.

Era la tarde y los camiones llenos de agua regaban las calles de tierra.

dándonos la mano en la calle,

besos en los trenes y abrazos en la hierba.

Sigamos vistiéndonos de mujeres,

vistiéndonos de hombres.

Sigamos perdonando y amando,

y no nos apartemos del lento y efectivo trabajo de

y abrir las ventanas para mirarte sentado al sol,

total es sabido que un día subirá definitivamente la marea.

Este es el elogio a mi fealdad

a su mano callosa y su oscura axila.

Este es el elogio a mi cuerpo que deambula

para huir de la memoria.

Este es un canto a mi nariz rota, a mis manos

de enano, a la sombra nigromante de mi barba.

Este es un sacrificio a mis tetas adolescentes,

a mis pómulos de india mansa,

a mis labios secos.

A los colmillos gastados en la rabia, a mis uñas rotas,

a mi s

como una trampa, como si el mismo mal se depositara en mis destellos.

Cuando llego a un lugar todos se retiran, y como buena negra que soy, me arrimo al fuego y relumbro, con un fulgor inusitado,