Dos niñas pequeñas, Gaviota y Cernidera, encerradas y escondidas tras un muro dentro de ella. Pero yo las veía, aunque ella no pudiera.
La veo, la conozco. Y ella te conocía, de pies a cabeza. Rayo y trueno, os llamaba vuestra madre, pues aunque tu genio centellaba y desaparecía, Gaviota era capaz de alimentar su rencor durante semanas. Pero no contra ti, Cernidera.