la estructura del medio y el más mínimo acontecimiento deja su huella en la efervescencia sináptica. Deja una huella duradera. Cuando la madre sufre un trauma existencial, cuando su historia, su familia o su contexto social le producen estrés, cuando consume drogas que traspasan la barrera de la placenta, el cerebro del pequeño queda marcado (Toussaint, Gauce y de Noose, 2013).