Libros
Joyce Carol Oates

Persecución

  • María Pellicercompartió una citahace 2 años
    De jovencita, aprendes a no ofender a los extraños con tu rechazo. En particular a los hombres. A los extraños, pero tampoco a los jefes. Ni a los profesores, en sus tiempos de estudiante, durante lo que le había parecido una eternidad. Siempre sonriente y cordial, porque eras una chica guapa, sí, pero si dices lo que no toca o no sonríes con la vivacidad que se espera, un hombre puede volverse muy desagradable, y rápidamente.
  • Verónica Noyolacompartió una citahace 4 años
    Si mirabas fijamente desde una ventana del piso de arriba, te olvidabas de lo horrible que era la humanidad. (Eso decía la tía Traci.)
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Ella quiere a Willem, y por eso le teme. Teme amarlo, porque el amor es el preludio de la pérdida
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Lo que eso supone es como una oleada que le recorre de pies a cabeza: ya no es una virgen, sino una mujer casada. Al igual que la visión de los esqueletos que parecen bailar entre la hierba, esa certidumbre casi se le antoja demasiado inmensa para absorberla.
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Y ambos se habían desvanecido. Así, por las buenas.

    No podía soportar que le tuvieran lástima. No podía soportar a Miriam.

    En hojas de papel, escribía su nuevo y precioso nombre, el nombre que no llevaba nadie que formara parte de su vida ni nadie que conociera: Gabriella
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    En el último curso del instituto había llegado a sentir verdadera repugnancia por su antigua vida: ya no pudo soportar seguir siendo Miriam Hayman, la niña cuyo padre se había suicidado en algún lugar del oeste y cuya madre había partido en su busca, al volante de su propio coche, sola y sin una palabra de explicación o despedida
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Empezó a beber. Perdió su empleo de maestra. La desahuciaron de su casa. Un hombre al que amaba se aprovechó de ella, le robó su dinero y desapareció. No pude sino creer que todo eso era por mi culpa, y también por mi padre, que era el hermano de mi tía.

    Menuda vergüenza, lo que había hecho. Menuda impresión se llevaron por lo que creyeron que había hecho. Sin saber que no se había suicidado en Wyoming, sino que acabaría con su propia vida meses más tarde, en la finca de su familia en Shaheen.

    Acabaría con su vida y con la de mi madre. Y nadie lo sabría nunca excepto yo
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Miriam había aprendido que, si te echas a llorar, se acaban las preguntas. Si te echas a llorar enseguida, las preguntas se acaban enseguida.
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    Qué ridiculez, Abby! Si ni siquiera te llamas Abby. Gabriella…, ¡menudos aires te das! Tú solo eres Miriam, la feúcha y huerfanita Miriam. Nadie va a casarse nunca contigo, Abby. Nadie te querrá nunca. Cómo va a querer alguien a una hija que traicionó a su propia madre, la hija que fue la niña de papá; menuda ridiculez que alguien vaya a amarte
  • Javier Roblescompartió una citahace 2 años
    (Aunque últimamente Willem no está tan seguro con respecto a Dios. Cree en Jesús, que sigue siendo su amigo más cercano, pero no tanto en Dios, que es caprichoso e injusto como padre de la humanidad y poco digno de confianza.)
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