O Courel es un territorio apartado de todos los caminos conocidos, farragoso, de ríos encajados, desfiguradas montañas y frondosos bosques. También confuso, implacable, cruento y paradisiaco. El solar perfecto para que Dios realice sus experimentos.
Corre el verano de 1930 y ha transcurrido un año desde la llegada de Jesús Nazareno a la población. De trato afable y plácida conversación, se mostrará profundamente conmocionado al ver el secular estado de abandono en que se encuentran sus habitantes. De forma gradual irá tomando cartas en el asunto y se alzará como voz de los que tienen hambre y sed de justicia.
Son estas las memorias de Bernardino. Redactadas en la hondonada en la que se esconde, en plena Guerra Civil, la descripción que hace de aquellas vivencias son su particular tributo a los hombres y mujeres de ojos marchitos de sudor y lágrimas, a los huesos quebrados por el esfuerzo, a la voz nudosa que llama a los suyos en plena tormenta, a la muerte y al excitante despertar a la vida adulta. No oculta que son, asimismo, una crítica furibunda contra todos aquellos que con su hipócrita actitud permiten que se siga perpetuando la miseria entre los pobres.