Mia aplastaba en mil pedazos con entusiasmo saltando con los dos pies en cada charco.
—Creo que podría olvidar que en marzo cumplirás catorce años —dije.
—Oh, vamos, ¡es divertido! —gritó Mia, brincando—. Y reduce la agresividad.
Me miró animándome y, por un momento, se me ocurrió que podría tratarse de un test. A modo de prueba, hice añicos una placa de hielo bajo mis pies y tuve que admitir que tenía razón. Se trataba de una actividad igual de liberadora que reventar las burbujas del plástico de embalar. Y, en realidad, ¿quién decía para qué se era demasiado mayor y para qué no?