Harry no le había visto nunca, una especie de sonrisa atontada, como si todos sus sentidos lo hubieran abandonado en unos segundos.
–Hola –la rubia habló apenas con un susurro–, me llamo Amy Curran.
–Y yo soy Barney Patterson. Encantado de conocerte, Amy.
Y, como suele decirse, eso fue todo.