Mientras iba a trabajar en sus campos
un aparcero unos gritos escuchó,
vio a un niño que se estaba ahogando,
lo alzó y la vida le salvó.
Por la noche a la puerta oyó llamar,
era el padre del niño
y le dijo: «¿Qué le puedo dar
para saldar cuentas con el destino?».
Me han dicho que usted tiene un hijo
para los estudios particularmente dotado,
le ruego que acepte que lo mantenga
hasta que se haya licenciado.
Así fue como el hijo del campesino
se convirtió en un rey de la medicina,
Alex Fleming era su nombre,
el descubridor de la penicilina.
Pasan los meses, pasan los años
y el niño que un día se salvó
ahora es un hombre importante
que el pueblo diputado eligió.
De repente fue víctima de una pulmonía
y todos pensaron que se moría,
pero el descubrimiento de Fleming
le salvó en esta ocasión la vida.
Ese diputado que se había salvado
fue después presidente de la nación,
se llamaba Winston Churchill
y de Adolf Hitler frenó la invasión.
Sin saberlo y con un solo gesto
el miserable campesino
salvó dos veces al mundo
salvando dos veces al mismo niño.
Fleming y Churchill