Queriendo leer más no-ficción alrededor de cementerios o rituales funerarios (adoré las crónicas de Mariana Enríquez) por fin leí este libro, que dejé escapar en una librería en Barcelona y apenas descubro que escribió una de mis Youtubers favoritas, Caitlin Doughty.
Me encantaron los capítulos dedicados a Bolivia con sus ñatitas y al este de Asia con la convivencia anual con los muertos (el cap de México pues, me dio igual), y muchos pasajes sí me impresionaron.
No obstante, siento que le faltó algo de sustancia al libro, tanto en cifras y dato duro como en reflexiones. Quiza visitar África u Oceanía habría completado el vacío.
Eso sí, el punto que quiere hacer Caitlin acerca de la rigurosa y casi distante manera en que tratan a los muertos en USA sí que cala. Y mucho. Cualquier persona debería tratar con sus muertos según su cultura y religión en vez de tener que acatar regulaciones impuestas con desdén y miopía.
Excelente libro sobre cómo lidiar con la inevitabilidad de la muerte pero, sobre todo, con la persistencia del luto y el hecho de que un cuerpo no es algo sucio. Es un remanente de alguien a quien amamos.
Bastante interesante y con un buen mensaje. La muerte es inevitable y no debemos temerle por ello. Mis capítulos favoritos son los que hablan de Tana Toraja, las Ñatitas, las torres del silencio y los funerales celestes. Una lectura que no me dejó indiferente en absoluto (y las ilustraciones son 🥺).