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Libros
Caitlin Doughty

De aquí a la eternidad

  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    Jamás nos devolverán nuestros rituales si no nos ocupamos nosotros de pedirlos. Reivindiquémoslos y el ritual regresará. Pidamos acudir a las incineraciones, insistamos en estar presentes en el entierro. Busquemos implicarnos, aunque sea únicamente cepillando el pelo a nuestra madre mientras yace en el ataúd. Insistamos en aplicarle su tono favorito de lápiz de labios, ese que se habría llevado a la tumba. Insistamos en cortarle un mechón de pelo para guardarlo en un anillo o un relicario. No tengamos miedo. Son actos humanos, actos de valentía y de amor frente a la muerte y la pérdida.
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    Yo no había viajado a La Paz para determinar si las ñatitas tienen auténticos poderes mágicos. Me interesaban más las mujeres como doña Ely o doña Ana, y los centenares de personas que acuden a esta celebración, que se valen de su relación de cercanía con la muerte para arrebatar el privilegio de la línea directa con lo divino a los líderes varones de la Iglesia católica.
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    Mi padre era geólogo y cuando yo era joven lo acompañábamos a veces a visitar las minas. En una de esas visitas, fui testigo del sacrificio de una llama, algo que habían exigido los mineros. Querían tener contento al Tío, señor del inframundo. Esos rastros de lo mágico siguen viéndose por doquier».
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    En mi ejercicio profesional, me he dado cuenta de que pasar tiempo con el cadáver y acicalarlo son tareas que desempeñan un papel importante en el duelo. Ayudan a los seres queridos del difunto a ver el cadáver no como un objeto maldito, sino como un hermoso continente que hasta poco tiempo atrás alojó a su pariente o compañero.
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    Cuando vencen las facturas, hay que pagarlas. Yo pago la factura en mi empresa, pago la cuenta en este restaurante. Es lo mismo con las emociones. Cuando hace acto de presencia el temor a la muerte, es necesario hacerle frente. Hay que pagar la factura. Eso es estar vivo».
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    Atender los cadáveres de los vivos dejó de ser una labor atávica y visceral atendida normalmente por las mujeres y se convirtió en una «profesión», un «arte» e incluso una «ciencia» desempeñada por varones bien pagados. El cadáver y todo su desastre físico y emocional fueron arrebatados a la mujer. Se limpió, se acicaló, se colocó en su ataúd elevado, siempre lejos de nuestro alcance.
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    La industria funeraria occidental adora la palabra «dignidad». La empresa estadounidense más grande del sector incluso la ha registrado como marca. «Dignidad» se traduce, la mayoría de las veces, en silencio, aplomo forzado, formalidad rígida. Los velatorios duran exactamente dos horas. Después, el cortejo hasta el cementerio. La familia habrá abandonado el lugar antes incluso de que el ataúd sea depositado en el subsuelo.
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    El novelista mexicano Octavio Paz dijo en una ocasión: «Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente».
  • Alicia M. Marescompartió una citahace 3 años
    El alma es libre y resuena una canción espiritual india por un altavoz, que dice: «Muerte, piensas que nos has derrotado, pero estamos cantando la canción de la leña que arde».
  • Kas DIHcompartió una citahace 3 años
    Dado que muchos rituales mortuorios tienen su origen en la religión, es frecuente invocar las creencias religiosas para denigrar las prácticas de otros grupos. Aun en 1965, James W. Frasier escribía en Cremation: Is it Christian? (La cremación: ¿es cristiana?; spoiler: no, no lo es) que incinerar a una persona era «una barbarie» y un «acto criminal». En palabras de Frasier, para un cristiano decente, «resulta repulsivo imaginar el cuerpo de un amigo asándose en el horno, como un costillar de ternera, con los tendones chisporroteando y la grasa chorreándole por los costados».
    Personalmente, he terminado por creer que los méritos de un uso funerario no se basan en las matemáticas (por ejemplo: un 36,7 % de barbarie), sino en las emociones y en el convencimiento de que la cultura que consideramos nuestra es noble y única. Es decir, consideramos salvajes los ritos funerarios de otros grupos solo cuando difieren de los que practicamos nosotros.
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