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Anónimo

El amor de Magdalena

  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    Ve, corazón agotado, cansado de no encontrar nunca nada capaz de recibir la inmensidad de tu amor, ve a hundirte en el Océano, ve a perderte en el infinito, ve a fundirte en el Todo.
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    La verdadera galantería que conquista el corazón de Jesús es menospreciar, descuidar y derramar a sus pies todo lo que ha favorecido la galantería mundana.

    Es entonces cuando su amor, su simpleza y su modestia se alegran de haber triunfado sobre todas las vanidades, todas las mundanidades y todas las gentilezas del amor profano.
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    Magdalena cautiva de Jesús y Jesús cautivo de Magdalena. Al posar su cabeza en los pies de Jesús, ella se declara su cautiva, pero al asir sus pies ella también lo hace su cautivo. ¿Cómo toma los pies de Jesús? Los toma con su boca, besándolos mil y mil veces; los toma con sus ojos, humedeciéndolos con sus lágrimas; los toma con sus manos, acariciándolos y perfumándolos. Todo esto no se detiene, hacen falta cadenas. Suéltate los cabellos, oh, Magdalena, y ata con ellos los pies de Jesús.
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    Conoce el espíritu del amor: no rehúsa ser cautivo, pero al mismo tiempo desea ser libre. Quiero decir que solo quiere ser cautivo por su propia voluntad. Quiere cadenas suaves y delicadas; que solo sean fuertes porque nadie quiere romperlas.
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    mor a un justo castigo por haber dejado errar a tu libertad; vuelve, oprimido por el dolor, a fin de cargar la pena de tus desahogos disolutos; vuelve, humillado y abatido, a fin de mostrar que, muy atrevidamente, te has sacudido el yugo y has olvidado a tu Soberano.
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    Pero, amor, te has perdido entre objetos desconocidos, para los que no has sido hecho. Vuelve, vuelve, pobre vagabundo, pero vuelve con te
  • Ana Vallecompartió una citahace 2 años
    El amor no conoce límites, sus deseos son su regla; sus pasiones, su ley; sus excesos, su medida. Solo teme el temer; y su razón para poseer es la osadía de pretenderlo todo y la libertad de intentarlo todo.
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