Los antibióticos, las medidas de saneamiento e higiene, la mejora de la nutrición y otros avances en la salud pública han hecho que disminuya drásticamente el número de personas que fallecen en su juventud a consecuencia de enfermedades infecciosas; sin embargo, el incremento de la esperanza de vida hace que se acumulen las alteraciones del ADN hasta el punto en el que pueden dar lugar a la aparición de tumores.