La mayor parte de los jefes políticos que se dirigen a un auditorio de trabajadores no logran hacer ver el valor de sus ideas, no tanto porque superen el nivel de comprensión de los oyentes, sino porque la mayor parte de éstos están atendiendo a la voz y no a las palabras, y deducen por lo tanto que la mayor parte de lo que oyen es pura fantasía, ya que no es una charla normal.