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Almudena Grandes

El Corazón Helado

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  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    Yo no me merecía un padre así, pero nunca iba a tener otro. Él no se merecía el amor de un hijo como yo, pero yo nunca podría dejar de quererle. Era mi padre, y eso lo explicaba todo, lo estropeaba todo, era mucho más que una frase, tres palabras.
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    pensó que el silencio pesa tal vez en quien calla más que la incertidumbre en quien no sabe, y si era así, las dos mujeres que más habían querido a Ignacio Fernández Muñoz tenían algo que ganar en aquella conversación
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    Resistir es vencer, y habían vencido.
    —Y esta tarde, ni se te ocurra hacer un bizcocho, Nati —tres días después, un mensajero fue entregando una propuesta de contrato de compraventa a cada uno de los propietarios, y cuando su vecina la llamó al trabajo para anunciarle que había recogido la suya, Raquel se dijo que había que celebrarlo—. Yo compro pasteles, y canapés de Mallorca, de esos que te gustan tanto. ¡Ah! Y una botella de Bailey's.
    —¡Ole! —y Nati se las arregló para aplaudir por teléfono
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    para vivir aquí, hay cosas que es mejor no saber, incluso no entender
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    La venganza es noble, porque es una pasión. Una pasión torpe, débil, inútil siempre, porque jamás devuelve lo que se ha invertido en ella, pero una pasión, y yo... Yo lo hice todo sin pasión, Álvaro, por puro cálculo.
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    El verbo creer es el más ancho y el más estrecho de todos los verbos, el más generoso, el más traidor
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    —Hemos pasado mucho —su voz era serena, tan firme como su mirada—. Mucho. Y lo que nos queda por pasar. Por eso, la gente no quiere saber nada, nadie quiere tener problemas. Y se acaban creyendo lo que oyen, y olvidando lo que han vivido, que es todavía peor.
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    Contaba con una ventaja que ella no tenía, porque podía imaginarla, calcular el ritmo cotidiano de su vida, situarla en un lugar concreto, entre personas con un rostro y un cuerpo conocidos, y sabía en qué taza desayunaba, en qué orden se desnudaba, qué le gustaba comer, cómo se lavaba la cabeza en la pila de la cocina. Cada día de los que pasó en el calabozo y de los que vinieron después, fueron tan iguales entre sí como distintos de los que había vivido antes, porque al despertarse recordaba los despertares de Anita, y antes de dormirse recordaba a Anita dormida, y en cada paso que daba, veía a Anita andar, pararse, moverse por la casa, y esa imagen dotaba a su propio tiempo de peso, de sentido
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    al día siguiente del que había perdido llorando su partida, al volver del trabajo, fue a buscar sus cuadernos, los abrió sobre la mesa, y le dijo en voz alta al aire de la cocina desierta, voy a hacer los deberes
  • Teresacompartió una citahace 4 meses
    Eso era todo lo que Occidente había hecho por ellos, fotografías. Muchas, muchísimas, álbumes y más álbumes de fotografías, retratos individuales y en grupo de españoles enjaulados como monos en un zoológico.
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