Rhys Jean

Ancho Mar De Los Sargazos

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  • Anai Villaseñorcompartió una citahace 6 meses
    creía que todo estaba vivo, no sólo el río y la lluvia, sino también las sillas, los espejos, los vasos, los platos, todo
  • Anai Villaseñorcompartió una citahace 6 meses
    que no te gusta ni siquiera ver la parte buena que hay en ellos. Y tampoco crees en la parte mala
  • Anai Villaseñorcompartió una citahace 6 meses
    que no te gusta ni siquiera ver la parte buena que hay en ellos. Y tampoco crees en la parte mala
  • Anai Villaseñorcompartió una citahace 6 meses
    luz de la vela, en el cuarto de Pierre alumbraba todavía cuando volví a dormirme. La mañana siguiente desperté con la certeza de que nada volvería a ser igual. Todo cambiaría y seguiría cambiando.
  • Mizzy Cosscompartió una citahace 4 años
    Por fin, todo había terminado, los avances y los retrocesos, las dudas y las vacilaciones. Todo había terminado, para bien o para mal.
  • Mizzy Cosscompartió una citahace 4 años
    Hay muchas maneras de ser feliz, y quizá más valga sentirse en paz, satisfecha y protegida, como me sentía ahora, vivir en paz durante años, durante largos años, y, después, salvar al alma
  • Mizzy Cosscompartió una citahace 4 años
    Ciertas viejas costumbres merecen estar muertas y enterradas.
  • Mizzy Cosscompartió una citahace 4 años
    Soy muy viejo. Cuando llega la vejez es que llega y es que uno es viejo. De nada sirve no querer ser viejo. El Señor no hace distinciones entre blancos y negros, blancos y negros son lo mismo para Él. Esté tranquila porque los justos nunca serán abandonados.
  • Cecilia Muñozcompartió una citahace 6 años
    Te equivocas. No está de tu parte ni de la mía. Nada tiene que ver con ninguno de los dos. Ésta es la razón por la que le temes, le temes porque es otra cosa diferente.
  • Cecilia Muñozcompartió una citahace 6 años
    Entonces, ¿por qué procuras estar siempre lejos de mí? —preguntó—. ¿Por qué no me besas, por qué no me hablas siquiera? ¿Por qué imaginas que puedo soportarlo? ¿Qué razón tienes para tratarme así? ¿Tienes alguna razón?
    —Sí, tengo una razón.
    Y, en voz muy baja, añadí:
    —Mi Dios.
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