Mirá, Gabriel, yo estoy seguro de que ella no provoca a nadie voluntariamente y de que sería incapaz de engañarme. Lo sé acá, en mi cabeza, pero acá —se toca el pecho— no puedo evitar sentir lo contrario. Sentir que sí, quiere provocar a los demás. No quisiera sentirlo, pero esto de los celos es incontrolable, se me escapa, no lo puedo evitar.