Konstantinos Kavafis

Poesía completa

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    A LOS VEINTICINCO AÑOS DE SU EXISTENCIA

    (1925)

    Va de ordinario a la taberna

    donde se habían conocido el mes pasado.

    Ha preguntado; pero nada supieron decirle.

    Por sus palabras ha comprendido que a quien conoció

    fue un individuo absolutamente desconocido;

    uno de esos frecuentes personajes,

    equívocos y oscuros, que por allí pasaban.

    Va, sin embargo, de ordinario a la taberna de noche,

    se sienta y queda mirando hacia la entrada;

    hasta el agotamiento sigue mirando hacia la entrada.

    Quizá entre. Quizá vuelva esta noche.

    Cerca de tres semanas lleva haciendo lo mismo.

    Su mente ha enfermado de lujuria.

    Quedaron los besos en su boca.

    Sufre de continuo deseo toda su carne.

    Siente sobre sí el tacto de aquel cuerpo.

    La unión con el ansia de nuevo.

    Procura, claro está, no traicionarse.

    Mas a veces queda casi indiferente.—

    Sabe, además, a qué se expone,

    tomó su decisión. No es improbable que esta vida suya

    lo lleve a un escándalo funesto.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    EL 31 a. C. EN ALEJANDRÍA

    (1924)

    De su pequeño villorrio, cercano a los alrededores,

    polvoriento todavía por el viaje,

    ha llegado el comerciante. «¡Incienso!» y «¡Goma!»

    «¡El mejor aceite!» «¡Perfume para el cabello!»

    va anunciando por las calles. Mas ¿cómo hacerse oír

    en tan ingente algarabía de músicas y desfiles?

    El gentío lo empuja, lo arrastra, lo confunde.

    Y al final ya, todo aturdido, se pregunta ¿qué locura es ésta?

    También a el uno le suelta la inmensa mentira de palacio—

    que en Grecia ha vencido Antonio.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    ENTREGUÉ A MI ARTE

    (1921)

    Me siento y sueño.

    Deseos y sensaciones

    entregué a mi arte

    —rostros o trazos

    apenas entrevistos;

    de amores insatisfechos,

    recuerdos algo vagos.

    A mi arte me entrego.

    Sabe inspirar

    Forma a la Belleza;

    completando la vida

    sin sentir casi,

    combinando impresiones,

    combinando los días.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    97 (99)
    SU ORIGEN

    (1921)

    El ansia de su ilícito placer

    se ha saciado. Del colchón se han levantado

    y aprisa se visten sin hablar.

    Por separado salen, a escondidas, de la casa

    y por la calle van inquietos, parece

    como si sospecharan que algo en ellos les traiciona

    por la clase de lecho en que hace poco cayeron.

    Cómo se ha enriquecido, en cambio, la vida del poeta.

    Mañana, pasado o años más tarde se escribirán

    los versos vigorosos que aquí tuvieron su comienzo
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    MELANCOLÍA DE JASÓN, HIJO DE CLEANDRO, POETA DE COMAGENA (595 d. C.)

    (1921)

    El envejecer de mi cuerpo y de mi rostro

    es la herida de un espantoso cuchillo.

    No tengo la menor resignación.

    A ti acudo, Arte de la Poesía,

    que algo sabes de remedios;

    intentos para aturdir el dolor con la Fantasía y la Palabra.

    Es la herida de un cuchillo espantoso.—

    Haz llegar tus remedios, Arte de la Poesía,

    para que —al menos por un instante— no se sienta la herida.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    DARÍO

    (1920)

    El poeta Fernaces compone ahora

    la parte más importante de su poema épico.

    Como al trono de los persas

    subió Darío, hijo de Histaspes. (De él

    desciende nuestro glorioso soberano,

    Mitridates, Dioniso y Eupátor.) Pero aquí

    se requiere filosofía; es forzoso analizar

    los sentimientos que albergaría Darío:

    arrogancia tal vez y embriaguez de poder; en absoluto —más bien

    plena conciencia de la vanidad de su grandeza.

    El poeta medita con hondura la cuestión.

    Mas su sirviente, que entra aprisa,

    lo interrumpe y la grave noticia le adelanta.

    Ha estallado la guerra con los romanos.

    El grueso de nuestro ejército ha cruzado la frontera.

    El poeta queda perplejo. ¡Qué desgracia!

    ¿Cómo nuestro glorioso rey,

    Mitridates, Dioniso y Eupátor

    podrá ahora dedicarse a la poesía griega?

    ¡Poesía griega —fíjate— en medio de una guerra!

    Desolado está Fernaces. ¡Qué mala suerte!

    Ahora que con su Darío podría seguro

    distinguirse y cerrar por fin la boca

    a sus envidiosos detractores.

    ¡Qué retraso, qué retraso para sus planes!

    Y si fuera sólo un retraso, enhorabuena.

    Pero vamos a ver si es que puedo estar seguro

    en Amiso. No es una ciudad especialmente fortificada.

    Son terribles enemigos los romanos.

    ¿Podremos los capadocios acabar

    con ellos? ¿Será posible?

    ¿Podremos medirnos ahora con sus legiones?

    Dioses poderosos, protectores de Asia, socorrednos.—

    En medio, sin embargo, de toda su confusión y desgracia,

    bulle, obstinada, la idea del poema—

    Lo más probable, seguro, es que fuera arrogancia y embriaguez de poder;

    arrogancia y embriaguez de poder debió sentir Darío.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    95 (92[78])
    ANA COMNENA

    (1920)

    En el prologo de la Alexíada llora

    su viudez Ana Comnena.

    Su alma es presa del vértigo. «Y

    en ríos de lágrimas», nos dice, «tengo mis ojos

    anegados… ¡Ay, cuántas desgracias!» en su vida,

    «qué de revoluciones». La abrasa el dolor

    «hasta la médula de los huesos y hasta romperle el alma».

    No obstante, la verdad parece ser tan sólo que un único pesar

    funesto conoció esta mujer ansiosa de poder;

    sólo tuvo una profunda pena

    (aunque no lo confesara) esta griega arrogante,

    no poder, pese a toda su destreza,

    adueñarse del Trono que, casi ya en sus manos,

    el petulante Juan le arrebatara.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    QUE VENGAN

    (1920)

    Basta una vela.

    Su tenue luz

    es más adecuada,

    será más acogedora

    cuando vengan las Sombras,

    las Sombras del Amor.

    Basta una vela.

    Que esta noche la alcoba

    no tenga mucha luz.

    En la ilusión, enteramente,

    y la sugestión,

    a media luz—

    en la ilusión, así,

    soñaré

    que vienen las Sombras,

    las Sombras del Amor.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    BORDO

    (1919)

    Se le parece, desde luego, este pequeño

    apunte hecho a lápiz.

    Hecho aprisa, en la cubierta del barco,

    un maravilloso mediodía.

    En medio del mar Jónico.

    Se le parece. Sin embargo, lo recuerdo más hermoso.

    Era sensual hasta el delirio

    y eso iluminaba su expresión.

    Más hermoso me parece

    ahora, cuando mi alma lo evoca más allá del tiempo.

    Más allá del tiempo. Todo eso es muy viejo—

    el dibujo, el barco y el mediodía.
  • Alejandro Enriquezcompartió una citahace 3 años
    PERDURAR

    (1919)

    La una serían o una y media

    de la noche.

    En un rincón de la taberna;

    detrás de la mampara de madera.

    Nosotros dos solos en el local desierto.

    Un quinqué de petróleo apenas alumbraba.

    En la puerta dormitaba el camarero el cansancio de su vigilia

    Nadie habría podido vernos. Pero tanto

    nos habíamos ya excitado,

    que fuimos incapaces de cualquier precaución.

    La ropa a medio desabrochar —no era mucha

    por el fuego del divino mes de Julio.

    Placer de la carne entre

    la ropa entreabierta —presencia fugaz de la carne desnuda—

    cuya impresión ha recorrido veintiséis años y ha vuelto ahora

    a perdurar en este poema
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)