María Teresa Andruetto

No a mucha gente le gusta esta tranquilidad

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  • martecompartió una citahace 5 meses
    Epígrafe
    Aquí es muy tranquilo. Nunca pasa demasiado.

    Hemos aprendido a distinguir las voces de las aves

    y los animales, el aleteo de los cisnes que pasan por la casa,

    el ruido de los diferentes motores que retumban por los caminos.

    No a mucha gente le gusta esta tranquilidad.

    JOHN MCGAHERN
  • martecompartió una citahace 5 meses
    Alguien le había dicho al viejo que el recuerdo es como un perro que se acuesta donde quiere, tal vez por eso regresaban a su memoria palabras y gestos vivos de su mujer, también asuntos de familia, dos hermanos del padre exterminados, dos entre seis millones; llevaba consigo a esos desconocidos y llevaba entera, completa, la vida de ella.
  • martecompartió una citahace 5 meses
    Epígrafe
    Woyzeck: Cada ser humano es un abismo,

    uno siente vértigo cuando mira en él.

    GEORG BÜCHNER
  • martecompartió una citahace 5 meses
    Alguna vez había sido joven y rebelde y se había embarcado sola hacia América. América es un decir, porque había llegado a nuestro Aldao chato y pequeño, ella que había vivido en Torino y en Milano, ella que en sus horas de dicha había consumido la vida como una vela encendida por los dos cabos. Desde aquellas ciudades devastadas por las bombas había venido a estos campos de maní, tanques australianos y molinos. No encajaba. Simplemente no encajaba, pero lo peor que podía pasarle era volver derrotada a su Piamonte. Carcomida por el vino, hecha piel y huesos, con esa sed infinita, su gente reclamándole por cartas que regresara, que pusiera fecha y le mandaban dinero para el pasaje, se fue quedando, sin embargo, en la indecisión propia de quien no sabe ya qué hacer con su vida o quizá no quiso volver a ningún sitio porque conocía demasiado las ventajas y perjuicios de allá y de acá. Tuvo la virtud de evitar el melodrama sin ocultar el dolor, lo que no es poco, pero igual lo que no era posible evitar era la soledad que la abatía cuando volvía a su pieza sola, casi siempre sucia, esa habitación que era como un depósito de muebles, la botella de vino o la damajuana siempre al alcance de la mano.
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