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Jacques Philippe

La felicidad donde no se espera

  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    el martirio, es Cristo mismo quien sufre y reproduce su Pasión. Se conoce la réplica de santa Felicidad; detenida en Cartago en 202, gemía al dar al mundo a su hijo en la cárcel, poco antes de su martirio. Al carcelero que le decía: «Si tu gimes ahora, ¿qué harás cuando te echen a las fieras?», le respondió: «Ahora soy yo quien sufre, entonces habrá otro en mí que sufrirá por mí, porque es por él por quien yo sufriré entonces».
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    Corremos el riesgo de dejarnos invadir por el activismo y el estrés, de perder de vista que el mundo es, ante todo, un don que acoger, antes que una materia para transformar.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    Lo contrario de la paz no es solo la guerra, sino la frustración, el vacío interior, la insatisfacción, la inquietud…
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    la Bienaventuranza de los limpios de corazón que promete la visión de Dios podría dársele la vuelta: «Bienaventurados los que ven a Dios, pues guardarán puro su corazón». El medio más poderoso para guardar el corazón es el espíritu de fe, es ver en toda realidad a la que nos enfrentemos, no las solas causas humanas, sino la mano de Dios
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    comenté en mi libro La libertad interior las palabras de Jesús: «Nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda hacerlo impuro; las cosas que salen del hombre, esas son las que hacen impuro al hombre»[184]. Lo que nos hace daño verdaderamente no es lo que nos llega del exterior, sino cómo reaccionamos desde el interior. Comenzando por los pensamientos que mantenemos.
    Los golpes de la vida, los sufrimientos y decepciones que padecemos, hacen nacer en nosotros, evidentemente, muchos pensamientos negativos. Es inevitable. Pero es absolutamente vital no dejar libre curso a esos pensamientos, no mantenerlos voluntariamente, sino sustituirlos por pensamientos positivos, pensamientos de fe, de esperanza, de amor.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    a Escritura establece una estrecha relación entre el corazón y el pensamiento. Se encuentra allí esta expresión: los «pensamientos del corazón». El pensamiento no es algo puramente cerebral, sin gran consistencia, sino una realidad que orienta el corazón y que termina infaliblemente por determinar el comportamiento. De ahí su importancia.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    . Un sacerdote siciliano que asistía a una de mis prédicas sobre este asunto exclamó: eso es lo que pasa con algunos de mis feligreses. El domingo por la mañana asisten a misa, y por la tarde van a consultar a una vidente. ¡Hay que poner a favor todas las posibilidades!
    El corazón impuro es el de quien nunca se ha decidido por Dios, por una fe plena en él.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    pureza de corazón mencionada en la sexta Bienaventuranza tiene consecuencias magníficas: «Todo es limpio para los limpios», dice san Pablo en la Carta a Tito[171]. La pureza ilumina enteramente la existencia y transforma la mirada sobre la vida. La pureza o la impureza no está en las cosas, sino en la mirada que tenemos sobre ellas.
    Va acompañada de una bella promesa: ver a Dios. No solo verle un día en el Paraíso, mediante una visión que nos colmará de felicidad, sino, desde ahora, conocer a Dios en verdad y reconocer también la acción de Dios en nuestra vida.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    Jorge Valls, que pasó veinte años en las cárceles de Fidel Castro, declaró: «Si no hubiese perdonado, hubiera acabado como mis perseguidores, lleno de odio. El perdón nos impidió convertirnos en animales rabiosos. El perdón nos puso por encima de la desgracia, del odio, del desprecio. Mi enemigo se convertía en mi hermano»[165].
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 2 años
    «Si tu enemigo tuviese hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale de beber; al hacer esto, amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien»[160].
    ¿Qué entiende san Pablo por esa expresión: «Amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza»? ¿Se trata de invocar el castigo de Dios para destruir al culpable, como los apóstoles Santiago y Juan querían hacer caer el fuego divino sobre un pueblo de Samaría que no les habían acogido (y que recibieron una severa reprimenda de Jesús)?[161]. El sentido es muy diferente, como lo hace entender el padre Joseph Marie Verlinde en una homilía:

    «En realidad, el Apóstol hace alusión a un proceso metalúrgico utilizado en los tiempos bíblicos. Se introducía el metal a purificar en el horno, donde se depositaba sobre una capa de carbones encendidos. Se “amontonaba” sobre el material otra capa de “ascuas ardientes”, para hacer que el metal se fundiese, de manera que se desprendiera de sus impurezas.
    »Las obras de caridad, es decir las buenas acciones realizadas en el Fuego del Espíritu Santo, que san Pablo nos invita a realizar gratuitamente en favor de nuestro enemigo, tienen por fin “hacer que se funda” su corazón, a fin de purificarlo de las escorias de malicia que le impiden convertirse».
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