Libros
Valeria Vargas

El misterio Kinzel

Abrumada por una larga cesantía y tras un reciente quiebre amoroso, Laura Naranjo ocupa su tiempo reflexionando sobre las minucias que acontecen a su alrededor. Los pensamientos que le sugieren los ladridos de un perro al amanecer, así como las conjeturas en torno a la vida de los ancianos de su barrio en Ñuñoa, funcionan para ella como una forma de evasión, una suerte de antídoto que viene a aliviar el tedio de las horas muertas.

Una oferta de trabajo la saca de su ensimismamiento: debe recopilar información sobre criminales chilenos de la primera mitad del siglo XX. Estas indagaciones comienzan a obsesionarla más allá de lo conveniente hasta que, empujada por una tétrica coincidencia, logra establecer puntos de conexión entre un asesinato ocurrido en 1947 en la calle Ejército y El Alemán, un excéntrico anciano de su barrio que, a poco andar, demuestra estar rodeado de enemigos.

Decidida a esclarecer el misterio, Laura Naranjo entra en un mundo donde confluyen antiguas heridas del pasado, intereses económicos y el incombustible deseo de venganza, dando cuenta de una verdad que no por sabida deja de ser menos inquietante: la violencia yace oculta bajo un manto de normalidad, y puede alcanzar a cualquiera.
165 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2018
Año de publicación
2017
Editorial
Hueders
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Citas

  • Pamela Ipinza Mayorcompartió una citael año pasado
    Yo sé lo que se siente morir. No es un decir. No estoy hablando de ahora. De esta vida. No es malo. No da miedo. Impaciencia quizás. Ganas de que pase pronto. Como cruzar un puente que está a punto de desaparecer. En el trance nunca estoy sola. Hay gente aullando y llorando. Como el perro. Por eso lo odiaba al principio, porque aúlla. Me molestan los llantos. La falta de
  • Pamela Ipinza Mayorcompartió una citael año pasado
    “Somos los restos de un mundo que ya no existe. Alguien tiene que preservar nuestra memoria”
  • Pamela Ipinza Mayorcompartió una citael año pasado
    dignidad. La sumisión. Siempre es mejor esperar en silencio y caer al agua. Ahora estoy flotando. Ni siquiera estoy nadando. No puedo. Todavía no. Solo evito hundirme y con eso me basta.

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