«La violencia está siendo el resultado de creer diferente al otro. Los abusos sobre las minorías son comunes y constantes. La dignidad humana está siendo pisoteada por el mismo ser humano que cree tener derechos superiores sobre quien no comulga con sus ideas y principios religiosos. Sin el mínimo respeto y tolerancia hacia los demás, se defiende erróneamente una tradición o una costumbre religiosa pasando por encima de la vida de otro ser igual que tiene los mismos derechos a todos los que vivimos en sociedad. En ocasiones, algunas autoridades al no entender este derecho humano, promueven la división y azuzan a la gente para que no permitan la diferencia de creencias en la comunidad. Es necesario entender que el respeto a la dignidad humana también debe darse en la aceptación de quien cree diferente a mi. Es por ello que el tema de la libertad de creencias y religión para todos, debe ser parte de la agenda gubernamental de un país que se jacte de respetar y promover los derechos humanos, poniéndolo en práctica día a día, no como una simple idea en papel, sino como un verdadero estilo de vida y en donde no haya cabida para la impunidad. Es tiempo de levantar muy en alto el trofeo de la libertad de conciencia.»