Dios fulmine a la que escriba sobre mí

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás.

A la vez, fui la adolescente que le rindió un culto secreto entre una secta de seres oscuros como ella. Porque eso también era Pascal: un planeta de fuerza excéntrica que atraía a tantas personas con su calidez y sabiduría.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

Tú sólo miras los remanentes del naufragio con el corazón muerto.

Siempre detesté el olor a tabaco tanto como el vicio mismo, pero ahora no quiero llegar al día en que todos sus objetos pierdan esa fragancia. Por suerte el papel no se lava.

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

¿Cómo acercarme a él? Los recuerdos son aire doloroso. Cada vez que intento acceder a ellos, se me escapan. Sólo me quedan los objetos que, sin querer, me heredó.

Fui la hija y ahora ya no sé qué soy.