¿Por qué en sociedades como las nuestras las personas que han cometido un delito son castigadas de un modo más severo y tenemos muchísimos más presos que los que teníamos hace tres décadas? Con frecuencia, las transformaciones del castigo se piensan como un péndulo que, en respuesta a cambios económicos y políticos profundos, oscila mecánicamente entre el exceso punitivo y el exceso progresista. Esta perspectiva tiene el atractivo de la simpleza retórica, pero impide entender cómo funciona en la práctica la justicia penal.
A partir de estudios de caso y con el propósito de construir nuevas herramientas de análisis aplicables a diferentes contextos, los autores de este libro muestran hasta qué punto la metáfora del péndulo se asienta en la fantasía de que una orientación penal –con sus políticas y programas— se desmantela por completo al tiempo que un régimen nuevo toma su lugar. El campo penal –nos dicen— no es un bloque homogéneo sino un espacio de luchas entre actores muy diversos, cada uno con su propio capital y poder. Están los actores estatales –jueces, fiscales, autoridades políticas y penitenciarias, legisladores–, pero también los no estatales, como los expertos, las asociaciones de víctimas, los medios de comunicación. Los cambios en la política carcelaria, la fijación de penas, la edad de imputabilidad, el uso de la prisión preventiva o de los juicios abreviados dependen más de las tensiones y negociaciones entre estos actores, siempre en pugna y rivalidad, que de bruscos golpes de timón en una dirección u otra.
Este libro –pensado para docentes, investigadores, profesionales y activistas— es un aporte extraordinario para pensar el castigo desde una perspectiva renovada, menos determinista, que otorga un lugar central a las luchas como motor del cambio y, al mismo tiempo, reivindica que el presente no es inevitable y que el futuro puede ser moldeado activamente.