Me había quedado solo, no cabe duda de ello: ¡solo afuera! Encima de mí, dentro de mí, en mi derredor, abrazándome cada vez más estrechamente, estaba lo Eterno, aquello que existía antes del principio y aquello que triunfará después del fin; el enorme vacío en que toda luz, y toda vida, y todo ser, no es más que el débil y pasajero esplendor de una estrella errante; el frío, la calma, el silencio, la infinita y final Noche del espacio