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Libros
Émile Durkheim

El suicidio

Una de las principales tesis que Émile Durkheim (1858–1917) defendía es que la realidad de la sociedad es algo separado de la realidad de los individuos, lo que motivó acusaciones de ensalzar a la sociedad como una entidad mítica superior al individuo y la asociación de su nombre con ideologías totalitarias. Una lectura atenta de El Suicidio, obra clásica dentro del campo de la sociología, pone en claro la injusticia de estas críticas, y que las desviaciones filosóficas en que incurrió son de menor importancia comparadas con la estimulante claridad de su visión teorética y con la minuciosidad de sus investigaciones empíricas.

Émile Durkheim, dentro del circunscrito marco de referencia de los grandes maestros de la ciencia social junto a Max Weber y Karl Marx, ha sido uno de los que más ha contribuido a configurar esta disciplina como ciencia, delimitando rigurosamente su objeto específico y sus métodos propios.
546 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2014
Año de publicación
2014
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Citas

  • Ismael Flores Vargascompartió una citael año pasado
    Las ciencias progresan gracias a la evolución de las cuestiones que constituyen su objeto de estudio. Se dice que avanzan cuando se descubren leyes ignoradas hasta entonces o cuando nuevos datos modifican la forma de plantear los problemas, aunque no se imponga una solución que pueda considerarse definitiva.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    Lo que es condición indispensable para la vida no puede dejar de ser útil a menos que la vida sea inútil. En efecto, hemos demostrado que hasta el crimen tiene su utilidad. Sólo que, para ser útil, ha de ser reprobado y reprimido. Se ha creído, erróneamente, que el mero hecho de catalogarlo entre los fenómenos sociológicos normales implicaba la absolución. Si es normal que haya delitos, también es normal que sean castigados. La pena y el delito son dos términos inseparables. No hay uno sin el otro. Todo relajamiento anormal del sistema represivo estimula la delicuencia dotándola de un grado de intensidad anormal.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    Cuando uno experimenta tanto placer en no ser, sólo puede satisfacer plenamente su inclinación renunciando a vivir. De ahí que sea exacto el paralelismo que Hartmann cree observar entre la evolución de la conciencia y el debilitamiento de la voluntad de vivir. La idea y el movimiento son, en efecto, dos fuerzas antagónicas que progresan en sentido contrario y el movimiento es vida. Se ha dicho que pensar impide obrar y, por lo tanto, impide vivir. El reino absoluto de la idea no puede establecerse, ni mantenerse, porque es la muerte.

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