Libros
José Ángel Buesa

Del amor y el desamor

  • Diego Ospinacompartió una citahace 4 años
    Y seguirá muriendo la vida, año tras año, igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.

    Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto, o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

    Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas, pensaré en ti un instante; pero cada vez menos...
  • nahiaraoyarzo2005compartió una citahace 2 meses
    solo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.
  • Luis Romerocompartió una citahace 3 años
    Por ti escribo estos versos, aunque no sé quién eres; estos versos que acaso tú nunca leerás...

    Quizás estés ahora junto al hombres que quieres, o el hombre que tú quieres no te quiere quizás.

    Yo he de olvidarte pronto, como a tantas otras mujeres, y tú, al hombre que hoy amas, también lo olvidarás, y vendrán otras noches y otros amaneceres, sin que nos encontremos nuevamente jamás...
  • Clara Sosacompartió una citahace 4 años
    Amar es la tristeza de aprender a morir.
  • Clara Sosacompartió una citahace 4 años
    vida es un rosal cuando el alma se alegra, pero, cuando está triste, da una cosecha negra.
  • Orlando Ramoncompartió una citahace 5 años
    Vengo del fondo oscuro de una noche implacable, y contemplo los astros con un gesto de asombro. Al llegar a tu puerta me confieso culpable, y una paloma blanca se me posa en el hombro.

    Mi corazón humilde se detiene en tu puerta, con la mano extendida como un viejo mendigo; y tu perro me ladra de alegría en tu puerta, porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.

    Al fin creció el rosal aquel que no crecía y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro: yo también he cambiado mucho desde aquel día, pues no tienen estrellas las noches del destierro. Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada; pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo, mírame dulcemente, sin preguntarme nada, y sabrás que no he vuelto... porque estaba contigo.
  • Orlando Ramoncompartió una citahace 5 años
    Quizás te diga un día que dejé de quererte aunque siga queriéndote más allá de la muerte y acaso no comprendes que en esta despedida aunque el amor nos une nos separa la vida.

    Quizás te diga un día que se me fue el amor y cerraré los ojos para amarte mejor porque el amor nos ciega, pero vivos o muertos nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.

    Quizás te diga un día que dejé de quererte aunque siga queriéndote más allá de la muerte y acaso no comprendas que en esta despedida nos quedaremos juntos para toda la vida.
  • Orlando Ramoncompartió una citahace 5 años
    Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente, al cambiar un saludo ceremonioso y frío, porque nadie sospecha que es falso tu desvío, ni cuanto amor esconde mi gesto indiferente.

    Solo tú y yo sabemos por qué mi boca miente, relatando la intriga de un fugaz amorío; y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío... y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

    Este amor es un surco que ocultó su simiente, pero la gente piensa que el surco está vacío, porque su flor profunda no se ve ni se siente.

    Y así son dos orillas tu corazón y el mío, pues, aunque los separa la corriente de un río, por debajo del río se unen secretamente.
  • Orlando Ramoncompartió una citahace 5 años
    Inesperadamente tu amor llega a mi vida, mujer de besos hondos y plenitud creciente, como brota un retoño de una rama caída, como en un río seco renace la corriente.

    Llegas como las nubes, inesperadamente; inesperadamente llegas como el verano, para dejarme el peso de una sombra en la frente y un dolor de raíces profundas en las manos.

    Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste, y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente, porque sé que algún día, lo mismo que viniste, te me irás de los brazos, inesperadamente...
  • Orlando Ramoncompartió una citahace 5 años
    Madrigal de la lluvia de abril

    Ya no sé bien el sitio ni la hora, ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí. Sé que llovía como llueve ahora, aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.

    Y sé que, de repente, cayeron dos diamantes sobre tus zapaticos de charol...
    Y era dulce aquel llanto de tus ojos radiantes, como esos mediodías en que llueve con sol.
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