El desengaño en un sueño. Ángel Saavedra. Duque de Rivas
Fragmento de la obra
El desengaño en un sueño
Drama fantástico en cuatro actos
Duque de Rivas
A mi hijo Enrique.
Las músicas, comparsas y diferentes acompañamientos de cazadores, esclavos, guardias, etc., se anotan y llaman en las escenas en que deben figurar, para evitar confusión. La acción, que se supone, por los trajes, acaecida a mediados del siglo XIV, pasa en un islote desierto del Mediterráneo. Empieza al ponerse el Sol, y concluye al amanecer del día siguiente.
Acto I Escena I La escena representa una montaña de peñascos, descubriéndose por un lado el mar embravecido. En primer término, a la derecha del espectador, habrá una pequeña gruta practicable. El cielo representará el anochecer, cubierto de nubes borrascosas. Se verán relámpagos, y se oirán truenos, el bramido de las olas y el silbar del viento. Marcolán, mago, aparece dentro de la gruta, estudiando en sus libros a la luz de una lámpara y rodeado de instrumentos mágicos. Lisardo, vestido de pieles y con aspecto salvaje, asomará por lo alto de la montaña y bajará de peñasco en peñasco, declamando los primeros versos.
Lisardo: (Mirando despechado al cielo.)
Rompe tu seno pardo,
oscura nube, y lanza furibunda
el rayo abrasador, que ansioso aguardo;
el rayo que confunda
y en el inmenso mar sepulte y hunda
esta desierta roca,
que con la altiva frente al cielo toca,
y es, ¡oh destino impío!,
cárcel estrecha de mi ardiente brío.
(Pausa, y prosigue, mirando al mar.)