Marina

De cada mil personas que adquieren un cuadro o una obra de arte, sólo una de ellas tiene una remota idea de lo que compra —le explicaba Salvat, sonriente—. Los demás no compran la obra, compran al artista, lo que han oído y, casi siempre, lo que se imaginan acerca de él.

fin me armé de la determinación que sólo encontramos cuando hemos de afrontar tareas absurdas

No sabía entonces que el océano del tiempo tarde o temprano nos devuelve los recuerdos que enterramos en él.

Y aun así, lectores de todas las edades y condiciones siguen descubriendo algo entre sus páginas y accediendo a ese ático del alma del que nos habla su narrador, Óscar.

Aquella noche Mijail me contó que él creía que la vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces, años. Todo depende de nuestra fortuna. El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo.

Los artistas viven en el futuro o en el pasado; nunca en el presente. Germán vive de recuerdos. Es todo cuanto tiene.

verdad no se encuentra, hijo. Ella lo encuentra a uno.

algún día me pierdo, que me busquen en una estación de tren

Me preguntaba si algún día yo sería capaz de crear algo de semejante valor. De algún valor.

No se puede entender nada de la vida hasta que uno no entiende la muerte