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Manfred Svensson

El pensamiento de Soren Kierkegaard

  • Alvaro E. Segovia Garcíacompartió una citahace 2 años
    aprender a concebir nuestra existencia como una vida «ante Dios
  • Alvaro E. Segovia Garcíacompartió una citahace 2 años
    la actitud de masa implica una «cobardía inhumana» en la que no es posible encontrar «una huella de valentía personal
  • Alvaro E. Segovia Garcíacompartió una citahace 2 años
    hombres se escandalicen del cristianismo es que es demasiado elevado, porque su medida no es una medida humana y, en fin, porque pretende convertir a los hombres en algo tan extraordinario que a éstos no les cabe en la cabeza
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Kierkegaard escribe, por cierto, que «quien defiende el cristianismo nunca ha creído en él», y tal afirmación, dejada por sí sola, podría desmentir lo anterior. Podría dar la impresión de estar basada en una contraposición entre fe y razón, de modo que si se cree no se argumenta. Pero basta leer una línea más para ver a Kierkegaard afirmando que «si se cree, el entusiasmo de la fe no lleva a una defensa, sino a un ataque»386. Queda pues claro que no es el proceder argumentativo el que queda descartado por la fe, sino el proceder puramente defensivo
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    «uno fácilmente se acostumbra a hablar de sí mismo como si fuera una tercera persona. Pero en la eternidad tú eres un individuo, y la conciencia cuando habla contigo no es ninguna tercera persona, como tampoco tú eres una tercera persona al dialogar con la conciencia. Pues tú y la conciencia son una misma cosa»
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    El discurso número trece de esta obra parte precisando que el llamado a ser un individuo no es como los llamados a ser «alguien especial», alguien al que otros admiran por ello. Se trata, por el contrario, de la «vocación eterna» que sólo puede ser vivida si consideramos nuestra vida como transcurriendo «ante Dios». El «individuo» no es alguien «especial», sino simplemente quien no se esconde de esa existencia ante Dios: Adán buscó esconderse entre los árboles, escribe Kierkegaard, mientras que al hombre contemporáneo le ha parecido «más fácil y conveniente esconderse entre la multitud»375. Cuando dejamos ese escondite, cuando ningún tercero se interpone entre el hombre y su Creador, hay un actuar en conciencia, que lejos de hacer que destaque un individuo nos recuerda la igualdad de todos ante el Creador.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Pero la noción de individualidad ante Dios invita no sólo al concepto de pecado, sino también a un concepto positivo como el de conciencia.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    debemos aprender a concebir nuestra existencia como una vida «ante Dios» (coram Deo) es un tópico estándar en la literatura cristiana. Junto a la noción de «temor a los hombres» es pues un segundo modo muy clásico en que Kierkegaard está abordando su aproximación a la individualidad371. Pero además, en la segunda mitad de La enfermedad mortal ya hemos visto que la categoría de pecado se introduce precisamente por el cambio que se produce en la autoconciencia al evaluarse el hombre no sólo conforme a la medida de sí mismo, sino como «un yo delante de Dios»372. «¿Acaso no es una nueva realidad infinita, se pregunta ahí Kierkegaard, la que alcanza el yo al saber que existe delante de Dios y convertirse en un yo humano cuya medida es Dios?»373
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    «temor a los hombres» es en la Biblia lo opuesto al «temor de Dios». Quien tiene éste, se ve liberado del temor a los hombres, y por eso el temor de Dios es llamado también principio de la sabiduría.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Si Kierkegaard se muestra consciente de ellos, eso ya lo libera del encierro en el que se encuentran los profesores del joven Climacus, que sólo repiten que la filosofía (moderna) debe empezar con la duda. En contraste con ellos, Climacus recuerda que la filosofía antigua comienza no con la duda sino con el asombro335. ¿Qué queda para una filosofía del futuro? ¿Está obligada a seguir con la duda? ¿Le está abierto el inaugurar un camino propio? ¿Puede volver a activar el origen antiguo?
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