Con mucho cuidado y haciendo acopio de la escasa capacidad de concentración que me quedaba mientras Peter se movía debajo de mi con tanta efectividad, acaricié con la afilada hoja la superficie de su piel haciendo una pequeña incisión que no pareció hacerle daño y de la que pronto comenzó a brotar sangre. Lamí la superficie de la herida y libé el preciado líquido. Peter emitió un largo gemido, lo que me hizo estremecer de placer. Aquel sabor, aquella textura, aquel movimiento entre mis ingles, aquel placer de sentirme empapada por dentro porque Peter ya había terminado su trabajo. Todo ese cúmulo de sensaciones me hizo estallar con mas fuerza que nunca. Caí derrumbada a su lado, con los labios llenos de sangre, casi sin poder respirar. Acababa de descubrir algo nuevo para mi. anoche, llegué a la conclusión de que la sangre formaría parte de mi dieta sexual para siempre. A los treinta años de una existencia no sin dificultades, Valentina Varga, reputada escritora de novelas románticas que ella misma aborrece, descubre que necesita la sangre de un modo inexplicable. Junto a Axel, su inseparable compañero, descubre lo que son y comienza con ello una vida paralela a la del resto de la humanidad. Vive sus experiencias a través de las páginas de su diario y descubre una historia en la que la sangre, sexo y violencia se encuentran fuertemente entrelazados.
