U.G. pide que no le creamos. Seguirlo a él o a cualquier otro gurú tan solo intensificará la neurótica situación en la que estamos atrapados. Quienes apoyan al “negocio sagrado” es porque sacan algún beneficio de él. Es todo cuestión de ganancias, nada más.
Todas la religiones se han quedado obsoletas, pero se resisten a perder su dominio sobre la gente. Es su negocio. Su modo de vida está en peligro. U.G. Krishnamurti es, sin duda, el gran anarquista del mundo espiritual.
Para él la Verdad es algo que no puede ser comunicado, así todo el negocio de los gurús no es más que eso: un negocio. La devoción solo sirve para enriquecer a los sacerdotes. El “santo negocio” prospera gracias a la estupidez y la credulidad de los demás.