El niño con un sentido auditivo infraestimulado también lucha por procesar la información que le llega del sonido. Puede que hable demasiado bajo o demasiado alto, que busque dispositivos o entornos ruidosos (segadoras, secadores de pelo, licuadoras), a modo de entrada sensorial adicional, que sujete juguetes y otros objetos de forma ruda para crear sonidos de rotura, exhiba fascinación con agua corriente (saltos de agua, chorros en la bañera, inodoros) o que les gusten los juguetes que vibran o zumben.