«Tengo una hija… y es tuya».
Después de haber estado a punto de perder la vida, Alexis Sharpe había decidido contarle a Leandro Conti que tenían una hija en común. Habían pasado siete años, pero estaba dispuesta a enfrentarse a él solo por su hija.
Leandro solo tenía un secreto: su apasionado encuentro con Alexis. Tras la muerte de su esposa, no había mirado a ninguna otra mujer, salvo a Alexis, que había sido para él una irresistible tentación.
Se arrepentía de cómo la había tratado, pero después de saber que tenía una hija con ella iba a reclamar lo que era suyo.