En el verano de mil novecientos noventa y siete el contrabando de tabaco proveniente de Andorra, se había convertido en un verdadero problema para el estado español, que además de tener que asumir las cuantiosas pérdidas económicas que dicha actividad le ocasionaba, se veía obligado a soportar los graves accidentes de tráfico que provocaban las cada vez más frecuentes y sobre todo temerarias, caravanas de vehículos que para trasladar la mercancía por España, tenían la osadía de fletar algunas organizaciones contrabandistas.
La gravedad de los hechos, obligó al ejecutivo español a tomar conciencia de la situación y, en base a la descarada permisividad de los gobernantes andorranos, a aceptar las medidas oportunas para hacerles reaccionar y erradicar aquella lacra.
De una manera muy amena y empleando un lenguaje coloquial, en Asedio en los Pirineos el autor intenta describir la supuesta actividad que realiza un imaginario grupo de agentes especiales de la Guardia Civil, que son reclutados para resolver el problema, aderezando la lectura con determinadas situaciones y circunstancias en las que se pondrán de manifiesto las más encomiables virtudes del ser humano y sus más despreciables defectos.